"¿Y qué importa eso?, dijo él, que sí había cogido una cámara, que, de hecho, había rodado su primer corto a los once años, cuando su tío -el primer hombre al que le había chupado la polla- le regaló una cámara de súper 8 por su cumpleaños, y así, desde entonces, Pedro supo que él iba a ser maricón y director de cine, aunque no necesariamente por ese orden."
(Lucía Etxebarría, "De todo lo visible y lo invisible", 2001)

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